¿Qué es el Trastorno en el Espectro del Autismo (TEA)?
El TEA (Trastorno del Espectro Autista) es un trastorno del neurodesarrollo de origen neuro- biológico que se inicia en la infancia, afectando al desarrollo de la comunicación social, la conducta y con la presencia de comportamientos e intereses muy limitados y repetitivos. Es un trastorno crónico que afecta en distintos grados a cada niño. La prevalencia de TEA es mayor en niños que en niñas y la detección precoz es fundamental pues una intervención temprana mejora el pronóstico considerablemente.
La tasa del autismo en todas las regiones del mundo es alta y tiene un gran impacto en la vida de los niños, sus familias, las comunidades y la sociedad. El autismo no es un problema social sino que tiene un origen neurológico. En la actualidad el término correcto a utilizar es Trastornos en el Espectro del Autismo (TEA) ya que dentro de este espectro se abarcan muchas afectaciones con manifestaciones muy distintas entre unos niños y otros. Por ejemplo el Síndrome de Asperger y el Trastorno Generalizado de Desarrollo (términos hoy en día ya obsoletos), serían alteraciones dentro de los TEA.
El término TEA fue empleado por primera vez por Lorna Wing, quien en 1988 expuso que las personas situadas en el espectro son aquellas que presentan:
1- Trastorno en las capacidades de reconocimiento social.
2- Trastorno en las capacidades de comunicación social.
3- Patrones repetitivos de actividad, tendencia a la rutina y dificultades en imaginación social.
En España, con una estimación de 13.000 niños afectados, las estadísticas constatan que existen entre uno y dos casos por cada 1.000 niños. Su origen se halla en una anomalía en las conexiones neuronales que es atribuible, con frecuencia, a mutaciones genéticas. Sin embargo, este componente genético no siempre está presente, ya que se ha observado que los trastornos que sufre una persona autista pueden tener diversos factores, dado que se ha descrito la implicación de varios elementos de riesgo que actúan juntos.
El grado de severidad del autismo varía mucho. Los casos más graves se caracterizan por una completa ausencia del habla de por vida y comportamientos extremadamente repetitivos, inusuales, autodañinos y agresivos. Este comportamiento puede persistir durante mucho tiempo y es muy difícil de cambiar. Las formas más leves de autismo pueden ser casi imperceptibles y suelen confundirse con la timidez, la falta de atención y la excentricidad.
¿Cuáles son los síntomas de un niño con autismo?
Algunos signos precoces que pueden hacer sospechar del diagnóstico son:
Primeros meses de vida
Los bebés al nacer presentan algunas habilidades, les gusta mirar las caras, imitar, presentan cierta sincronía motora y lloran para informar de lo que les ocurre. Los niños antes de nueve meses ya pueden seguir la mirada de su madre.
Algunos signos tempranos de autismo en estos primeros meses de vida son el pobre contacto ocular, contacto visual reducido, la sonrisa es escasa, no responden a su nombre, no hay un seguimiento visual... con frecuencia son niños “muy tranquilos” o “no demandantes”.
Más adelante, aparecen signos como la no imitación o simbolización (dar de comer a los padres, a los muñecos, ponerlos a dormir…), la ausencia de atención compartida (disfrutar, por ejemplo, de que un cuento se lea con la madre o el padre), la ausencia de juego con los demás (compartir con otros niños) o el dedicar pocas miradas a las personas.
Entre los 18 y los 36 meses de edad
Sordera aparente, no responde a llamadas o indicaciones. Parece que oye algunas cosas y otras no.
No persigue por la casa a los miembros de la familia ni alza los brazos cuando está en la cuna para que le cojan. Parece que nos ignora.
Cuando se le coge de la cuna o el parque no sonríe ni se alegra de ver al adulto.
No señala con el dedo y mira al adulto para comprobar que éste está también mirando donde él señala.
No señala con el dedo para compartir experiencias ni para pedir.
Tiene dificultades con el contacto ocular, casi nunca lo hace y cuando mira hay veces que parece que "atraviese con la mirada", como si no hubiera nada delante de él.
No mira a las personas ni lo que están haciendo.
Cuando se cae no llora ni busca consuelo.
Es excesivamente independiente.
Reacciona desproporcionadamente a algunos estímulos (es muy sensible a algunos sonidos o texturas).
No reacciona cuando se le llama por el nombre.
Prefiere jugar solo.
No dice adiós.
No sabe jugar con los juguetes.
A partir de los 36 meses
Tiende a ignorar a los niños de su edad, no juega con ellos ni busca interacción.
Presenta un juego repetitivo y utiliza objetos y juegos de manera inapropiada; como por ejemplo gira constantemente los objetos, juega con trocitos de papel delante de los ojos, alinea objetos,...
Puede presentar movimientos esteriotipados o repetitivos como aleteo con las manos, saltitos, balanceo, caminar de puntillas,…
Ausencia de lenguaje, o este es repetitivo y sin significado aparente, con tono de voz inapropiado. No dice cosas que antes decía.
No existe imitación.
Evita la mirada y el contacto.
Parece cómodo cuando está solo y tiene problemas para aceptar cambios en su rutina.
Tiene apego inusual a ciertos objetos.
Tiene muchas rabietas.
Está en su mundo.
En caso de presentar uno de los siguientes síntomas, es necesario consultar con un especialista lo antes posible:
No balbucea o no hace gestos de interacción con 12 meses.
No dice palabras aisladas con 16 meses.
No dice frases completas con 24 meses.
Cualquier regresión o pérdida de habilidades adquiridas a cualquier edad.
BIBLIOGRAFÍA
Hervás, A., Balmaña, N. y Salgado, M. (2017). Los trastornos del espectro autista (TEA). Pediatría Integral, 92-108.
Confederación de Autismo de España (2019). ¿Qué es el autismo y cuáles son sus síntomas según la edad?. Faros.
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